martes, 20 de diciembre de 2011

Recordando las víctimas de Liège o Lüttich, en Bélgica

Hoy se recuerda en toda Bélgica oficialmente a las víctimas (más de cien heridos y seis muertos, entre ellos, una anciana y tres ninos), del atentado de hace una semana en Lüttich.

El criminal es un belga de origen norafricano, "loco por las armas" (Waffennarr) y adicto a las drogas. Tenía una propia plantación de cannabis (conocida como "droga blanda" y por tanto, catalogada por algunos como "no peligrosa").

Muchos -algunos de los autodenominados "liberales"- plantean -de buena fe- la "legalización de las drogas", ya que así bajaría su precio y por tanto, serían más baratas... Obvio. Lo que yo no veo es qué se gane con un precio menor... Evidentemente, los dealers no ganarían tanto y -se piensa- no habría tanto interés en ser dealer y traficar con drogas.

Es relativo, en la realidad, me consta que los dealers no son precisamente las personas más pudientes, ni mucho menos. Viven generalmente de manera pobre y -lo que es peor que la pobreza material- al margen de la sociedad.

No soy economicista, no me interesa en primera línea que baje el precio de la droga para que traficantes, vendedores y eventualemnte, productores dejen de ganar tanto... o no tanto. Ni para que la droga sea accesible a más gente.

Ni tampoco para que el estado gane con su legalización a través de la recaudación de impuestos.

No, les cuento que trabajo voluntariamente (gratis) con bastantes drogadictos como para darme cuenta de que las drogas -todas- son un mal y uno muy grande. Es inmenso el daño que hacen a la gente, a la persona concreta. Cuando se es niño, adolescente o joven, no se tiene mucha conciencia de donde se terminará... Hay, a veces, incluso un cierto orgullo de ser Junkie... la droga siempre deja huellas. Y huellas que no son, bajo ningún punto de vista, buenas. Muchos de ellos, terminan alejados y rechazados por la sociedad y por sus propias familias.

Unida a un cuadro de violencia intrafamiliar (del que muchas veces se trata de escapar a través de las drogas), como probablemente tuvo en belga-mediterráneo, la adicción a las drogas pueden tener resultados deletéreos como el que hemos visto en Lüttich.

En suma, no estoy de acuerdo con la "legalización" de las drogas, de ninguna. En ningún caso. Vemos que incluso en países donde se las "legalizó" parcialmente, se está volviendo atrás... ya que se ha visto que los resultados no son positivos.

Estoy de acuerdo con la intensiva ayuda a los adictos -o a quienes ya no lo son, pero vivirán toda su vida con las consecuencias- y a su no criminalización. La no criminalización no es una consecuencia automática ni directa de su legalización. La no criminalización es más bien una consecuencia de la empatía y de la comprensión de que los adictos son víctimas de los verdaderos criminales, grandes o chicos, ricos o pobres. Los criminales son los fabricantes, traficantes -mayoristas o minoristas- y los dealers -ricos o pobres, mayoristas o minoristas-.

Estoy de acuerdo con amplias campañas de prevención en colegios y otras instituciones. Es el método más afectivo. Campañas en las que, en realidad, deberíamos participar todos. El combate contra las drogas corresponde a toda la sociedad civil, a todos y c/u de nosotros, no podemos esperar que el estado lo haga todo.


No hay comentarios: