A propósito del comentario de Roberto en el foro de ¿Fue Benedicto XVI un nazi?, reproduzco aquí este artículo mío aparecido en su oportunidad en el diario La Segunda (de la empresa El Mercurio, en SCL).
Entre paréntesis, yo no me había dado cuenta hasta entonces, que no se sabía en Alemania que Grass había sido de la SS. Lo dije en mi primer blog, como un hecho de la causa y mucho antes de su libro autobiográfico y revelador, en un artículo que fue reproducido en algún diario...
A mí me da la impresión de que en Alemania, durante decenios (ahora estamos mejor y somos más sinceros) se ha visto sólo lo que se ha querido ver. Es un problema de gnoseología...
Günter Grass en las SS
Todo empezó el 11 de agosto, ese día apareció en el Frankfurter Allgemeine Zeitung (periódico eminentemente conservador) una entrevista al escritor alemán y premio Nóbel de literatura (1999) Günter Grass.
En aquella ocasión, quien fuera toda su vida posterior... posterior a su vida anterior (por favor, siga leyendo) simpatizante socialista, confesó algo que muchos no esperaban: había sido miembro de las Waffen-SS, no simplemente de la SS, sino de las Waffen-SS organización de elite, donde sólo se ingresaba voluntariamente (al menos hasta el ‘44) y sólo se podía ingresar si se había demostrado ser un convencido del nacional socialismo y un incondicional de la persona misma del Führer.
Con 15 años -cuenta en la entrevista- se enroló voluntaria y gustosamente en el movimiento de los Hitlerjugend, los jóvenes de Hitler, con el objeto de entrar a la Marina, en el arma de submarinos. Finalmente, terminó en la división Frundsberg, de la Waffen SS, a la que ingresara a los 17 años.
La SS no formaba parte del ejército, sino que era una organización paralela, que dependía directamente del Führer. Un grupo altamente politizado, nacido como brazo armado del partido obrero nacional socialista.
Los miembros de la SS eran los soldados del partido y la Waffen-SS, su tropa de élite. La SS, en general y la Waffen SS en particular, estuvo involucrada en múltiples crímenes de guerra. Además, la SS se encargaba de la administración de los campos de concentración, de perseguir a los enemigos políticos y a los judíos y otras minorías.
Tal vez esto explique por qué Grass es actualmente patrocinador oficial de la asociación de homosexuales y de lesbianas alemanes, que eran una de las minorías que acabó en los campos de exterminio o en las clínicas para experimentos humanos.
Pero volviendo a la persona de Grass, su nuevo libro se llama “Beim Häuten der Zwiebel”, esto es, “Pelando la cebolla”. La cebolla es él mismo, a la vez, es su vida y su obra literaria que tiene varias capas, que él va despejando una a una trabajosamente. Ya lleva cerca de 150 mil ejemplares (24 euros c/u) vendidos y la segunda edición se encuentra a punto de salir.
No faltan quienes piensan que estamos frente a una maquinaria publicitaria formidable cuyo objeto es vender el libro. Charlotte Knobloch, presidenta del Comité central de los judíos en Alemania y sobreviviente del holocausto, y yo somos de esta opinión.
Asimismo, no hay que olvidar que la obra principal de Grass, la trilogía de Danzig, que narra la vida de Oskar Matzerath (Tambor de Hojalata, Katz und Maus y Hundejahre) se identifican con la vida de Alemania y del alemán común, de manera que, de alguna forma, en esta recién aparecida autobiografía, muchos se ven como en un espejo. Lo que tal vez explique el rechazo uniforme a Grass y a sus tardías confesiones dentro de Alemania, pues a nadie le gusta que le digan verdades desagradables, más aún cuando las considera ya superadas.
Rechazo que contrasta con las críticas bastante más benevolentes que he leído en medios no alemanes (p. Ej. en el Corriere della Sera), salvo en los medios polacos que -como era de esperarse- se han lanzado de lleno contra este otrora hijo predilecto de Danzig (ciudad libre, hanseática, hoy Polonia, donde nació y creció Grass).
Günter Grass ha sido durante decenios el acusador por antonomasia, la persona que iba con el dedo levantado -como se dice en alemán- buscando enemigos políticos o culturales a quienes acusar de nazi. Pocos se han salvado de las diatribas de este hombre que nunca se ríe. Después de conocer su vida, a través de este libro autobiográfico, podemos comprender la amargura, la desesperanza y el rencor, que se transmite en toda su obra y en su actuación anterior.
Desde su pobreza de pequeño burgués amargado, desde su frustración sexual -que él mismo narra en el libro- desde su envidia, desde su resentimiento social frente a los que tenían más, desde su imposibilidad de tener amigos. Desde el cariño no confesado por su madre y el desprecio y desamor por su padre.
Desde las profundidades de la frustración humana se levanta Oskar-Günter, para erguirse por sobre los demás. ¡Y pobre que alguien no reconozca su superioridad! Llámese Martin Walser (otro escritor alemán, el típico segundón que nunca ha alcanzado la popularidad de Grass y su eterno rival) o llámese Konrad Adenauer o editorial Springer.
El que no acepte que Grass es el más grande -hay mucho de megalomanía en su personalidad- será arrojado al infierno. Lo que no sabíamos hasta ahora es que el mismo Grass había sido uno de los guardias de ese infierno.