Ayer, en Le Figaro, Michel Cicurel comentaba, en el editorial
Sommet européen : contresens interdit que "
la peor tontería de Mr. Hollande consiste en soñar que doblagará a Alemania, al convertirse en el heraldo de los países del 'Club Med'".
Supongo que todos saben que la semana pasada organizó un encuentro en la muy calurosa Roma con Monti y Rajoy, al que invitó a la canciller Merkel. Al salir, Merkel anunció que se implementaría un programa de crecimiento para estos países... Me pregunto: ¿Otro más? Porque llevamos ya décadas de entrega de fondos a los países del sur, para que se desarrolen... Los resultados están a la vista.
Como decía hace dos días el WSJ, en un editorial cuyo título ya lo dice todo:
Francia es un obstáculo principal para la solución de la crisis del euro, refiriéndose a la llamada Cumbre de Roma: "
en suma, el debate se refiere a si Alemania debería escribir cheques en blanco". Evidentemente, dar cheques en blanco (como se dice que hacía Helmut Kohl y parece que acostumbró a muchos en la Zona euro) nunca es bueno.
La semana pasada, comentaba
Bruno Le Maire, en su excelente análisis
Historiquement, la stratégie qu'emploie François Hollande face à l'Allemagne n’a jamais fonctionné, que "
la estrategia de la excluir a Alemania, elegido por casi todos los presidentes franceses al llegar a la presidencia, nunca ha funcionado".
El ex-secretario de estado para Asuntos Europeos bajo el gobierno de François Fillon explica: "
cuando llegué al Departamento de Asuntos Europeos, la estrategia entonces seguida por Nicolas Sarkozy, intentaba construir un eje con Londres y Madrid y en contra de Berlín".
Sin embargo explica que el gobierno de "
Sarkozy, volvió rápidamente al trabajo de la diplomacia política 'cara a cara' con Alemania... A mí me parece que esta dirección es la única actitud razonable".
Agradecemos la foto, de 2007, a
Wikimedia y al mismo
Bruno_Le_Maire
Agradezco los links a los tres artículos mencionados aquí a @27tournelle quien, desde París, nos los recomendó en Twitter. Seguir a Anna, permite palpar de primera mano el debate en Francia. Un país que -esperamos- sea parte de la solución y no sea el problema.
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