Este ano, asistimos a un espectáculo sorprendente... O no tan soprendente. Los católicos conservadores alemanes que, durante décadas de pontificado de Juan Pablo 2 y de Benedicto 16, se decían fieles a Roma y acusaban a los demás de no serlo, muestran que realmente no son tan fieles a Roma...
En efecto, pocas cosas gustan tan poco a los conservadores como el Papa Francisco, de quien dicen que no sabe filosofía ni teología y algún miembro de la curia ha hablado de la teología de Copacabana. El término -altamente despectivo- vendría del cardenal
Walter Brandmüller
En otras palabras, quienes antes se llenaban la boca con su supuesta fidelidad al Papa, hoy se enfurecen frente a un Papa que no les gusta...
Como no pueden atacar directamente al Papa (salvo excepciones o en privado) atacan a quienes lo defienden. En Alemania, especialmente al cardenal Walter Kasper... De manera que estamos frente a una especie de proxy war, en que la basura que se descarga sobre Kasper va, en realidad, dirigida contra Francisco... Pero aún guardan las apariencias.
Muchas veces se piensa que los cismas y las herejías vienen del llamado progresismo. Hoy en día y desde Lefevbre, observamos que vienen desde el integrismo y el tradicionalismo... En el fondo, estas personas adolecen de un gran mal: la arrogancia, el creer que ellos saben más que los demás; muchas veces se trata de una especie de sabiduría gnóstica, de elegidos... Por eso, cuando tratas de hablar con ellos, te dicen: "esto es así como yo lo digo, aunque tú no lo quieras ver...".
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