Muchas veces se dice -a mi modo de ver, es una forma de populismo- que hay que dialogar con los populistas o extremistas del tipo Pegida, explicarles con paciencia, para que entiendan.
Tengo una conocida -en el peor de los casos, dos- abiertamente simpatizante de Pegida y esas de las que te lo dice en la cara. Al menos a mí, no sé cómo se comportará en otro ambiente.
Y les puedo asegurar que debatir con gente del tipo Pegida o simpatizantes -lo mismo, puedo decir, de gente de la AfD- es como hablar con la pared. No vale la pena.
Las palabras de Cem Özdemir sobre
ese tema, hace algún tiempo, me interpretan 100%. Él explica (*) que si alguien quiere saber cuáles son los beneficios que reciben los asilados, si alguien pregunta: por qué no trabajan, en ese caso, el político verde, dice que es su trabajo explicarlo y que para eso tiene una Bürgersprechstunde (hora en que habla con los ciudadan@s) o pueden escribirle un mail o hablar con él por la calle. Eso no es problema. Es parte del diálogo. Para eso nos pagan a los políticos.
Pero cuando una persona viene y dice que los asilados son un Dreckspack (literalmente, un paquete de basura, un terrible insulto en alemán y palabra usada por el jefe de Peguda, Bachmann para refoerirse a los extranjeros, nota del blog), con esa persona yo no hablo y le digo que es un nazi y que debe quedarse callado.
Tiene toda la razón Özdemir. Para mí, el límite para hablar con alguien es el abierto desprecio, el odio a otras personas, sean personas concretas o a un grupo humano (étnico o de otras características). Con ese tipo de gente, no es necesario perder el tiempo.
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(*)
Wenn jemand sagt, warum kommen die zu uns, wenn jemand wissen möchte, welche Leistungen können Asylbewerber beanspruchen, wenn jemand fragt, warum arbeiten die nicht, dann ist es mein Job, das alles geduldig zu erklären, sei es in meiner Bürgersprechstunde, sei es in der Fußgängerzone, oder sei es einem, der mir eine E-Mail schreibt. Das ist doch gar kein Problem. Das übrigens an die Adresse derer, die immer gesagt haben, man müsse den Dialog mit ihnen pflegen. Dafür werden wir schließlich bezahlt, dass wir solche Fragen beantworten. Aber wer sagt, alle Asylbewerber sind Dreckspack, mit dem rede ich nicht, sondern dem sage ich, dass er ein Nazi ist und die Schnauze halten soll.
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