Traduzco la columna de ayer domingo (16.10.2016), en Stern, del cardenal arzobispo de Colonia, Rainer Maria Woelki, titulada Deswegen sind Kirchen gegen Rechtspopulismus = Por esto, las iglesias están en contra del populismo de derecha.
Una y otra vez se critica que los representantes de las dos grandes iglesias se posicionen claramente en contra de las tendencias, de las demandas y las medidas del populismo de derecha. Justo después de una columna como ésta en Stern (1), aumenta el número de quienes afirman que la Iglesia no debe interferir en asuntos políticos, sino preocuparse sólo de sus cosas. Pero eso es precisamente lo que hacen las iglesias, cuando hablan a favor de los marginados, de la gente que ha debido huir y de los necesitados y exigen una política a su favor.
Como obispo respondí, en mi consagración, con un sí a la pregunta de si estaba dispuesto, por el Señor (2), para cumplir con los pobres, las personas sin hogar, los necesitados de todo tipo y para ser misericordioso con ellos. Tan importante es, en la Iglesia, la preocupación por los pobres, por los sin patria y por los necesitados, que se hace esta pregunta antes de que cada uno reciba de una consagración. Esta es una de las razones por las que los obispos se involucran tantas veces en el discurso social -a tiempo y a destiempo- en favor de los pobres, cuando sus derechos son violados y desestimados.
El populismo conduce a la falta de solidaridad
Allí donde los representantes de las iglesias levantan su voz, quieren hacer frente a una progresiva erosión de la solidaridad en nuestra sociedad. Que es siempre un juego fácil cuando personas se sienten decepcionadas, porque piensan que las han privado de oportunidades y se las puede explotar mediante el "juego de quién tiene la culpa" (3). Actualmente, experimentando en nuestro país, lo que sucede cuando estas personas son cortejados políticamente. El populismo alimenta la desolidarization y la búsqueda de chivos expiatorios (4). Así, distintos grupos humanos -aunque su pobreza sea muy distinta- son contrapuestos unos a otros.
¿Cómo pueden reaccionar las iglesias, en forma adecuada, al reto del populismo de derecha? ¿Tenemos que conversar con ellos o bien rechazar el diálogo? Los representantes de la Iglesia están siempre abiertos a una conversación personal en privado. En el espacio público, el diálogo con los populistas de derecha es, sin embargo, posible sólo si se respeta la dignidad humana y hay un pleno reconocimiento de los derechos humanos (5). Los temas de este diálogo podrían derivarse especialmente del transfondo social que ha dado lugar al surgimiento del populismo de derecha, los retos actuales del pluralismo en la sociedad y la recepción de refugiados.
No discusión pública con radicales
Eso sí que hay que descartar una conversación pública sobre posiciones políticas que implique un ataque a la sustancia misma de los derechos humanos o que signifiquen la discriminación de grupos sociales. Del mismo modo, hay que descartar uaa discusión pública con los populistas de derecha, que han hecho suyas posiciones discriminatorias o que han hecho públicas expresiones despreciativas de grupos humanos (6).
Esta demarcación no constituye una negativa no-democrática, ni tampoco anti-cristiana. El contenido de nuestra democracia descansa en el respeto a la dignidad humana y en el reconocimiento de los derechos fundamentales. Quién realiza campañas discriminatorias y presenta demandas que afectan la propia esencia de los derechos humanos, haciendo de ellas el centro de su actividad política, se ha posicionado fuera de nuestra democracia. A través de un diálogo de igual a igual con estas personas en un espacio público, se daría la falsa impresión de que estas individuos y las organizaciones que representan se mueven -con sus posiciones- en el marco normal del debate democrático. Y los grupos por ellos discriminados serían marginados del espacio público.
Por lo tanto, la delimitación frente estas posiciones es una necesidad democrática y un requisito de la responsabilidad mundo del mundo cristiano que acude decididamente en defensa de la dignidad humana y de los derechos fundamentales. En esto, las iglesias están totalmente en lo que les es propio.
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(1) Se refiere a su columna anterior
Über die innere Einstellung, die uns im Umgang mit Wutbürgern hilft
(2) Por amor al Señor o por amor de Dios, diríamos en castellano.
(3) El cardenal habla de un juego llamado del Negro Pedro. Juego de naipes que parece que se juega también en algunos países, como nos dice el artículo de
Wikipedia.
(4) Por curiosidad, busqué en Google translate qué otra traducción se le daba en castellano a chivo expiatorio. Y Google translate tradujo Sündenbock como "cabeza de turco". Expresión que no conocía y que no deja de sorprenderme muy negativamente. Me gustaría saber en qué países la usan.
(5) Los populistas de derecha no respetan ni la dignidad humana, ni reconocen los derechos humanos.
(6) Cuando Petry dice que se puede disparar a refugiados y von Storch la secunda y luego se arrepienre y dice que sólo se puede disparar a hombres y mujeres, pero no a niños. Cuando Gauland dice que la gente no quiere vivir al lado de una persona de color. Cuando Gedeon aparece con las más descabelladas ideas antisemitas. O cuando los miebros de la AfD niegan la calidad de religión y todo derecho a los musulmanes y al Islam. Cuando Höcke dice que los alemanes hijos de extranjeros no son alemanes. Cuando Petry habla del lumpen árabe-africano. Y, lamentablemente, un gran etcétera.
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