Magnus Gäfgen es una de las personas más repelentes de la historia reciente de Alemania.
Joven estudiante de derecho, que se las daba de tener dinero y lo gastaba como si lo tuviera (pese a que procedía de una familia sencilla), era un aprendiz de dandy (o de playboy como dicen algunos medios al caracterizarlo) y gustaba relacionarse con gente de la alta sociedad y aparentar. Decía que trabajaba en una oficina de abogados de prestigio, pero era falso, o sea que, también era mitómano. Si hay algo que detesto es el arribismo.
Así llegó a conocer a la familia v. Metzler, dueños del banco Metzler en Frankfurt
Magnus, Magno, el Grande, un nombre que ya revela megalomanía era el estudiante que ayudaba al hijo menor de la familia, Jakob v. Metzler, de 11 años (2002) con sus tareas del colegio. Al parecer, "se lo encontró" en la calle y lo llevó a su departamento de estudiante (a los que el niño asintío, ya que conocía a Magnus), lo mató (amarró brazos y piernas, le "pegó" la boca y lo estranguló), puso su cadáver en la maleta de su auto, fue a la casa de los Metzler a echar (al buzón) un sobre en el que se pedía un millón de euros por el rescate del chico.
Dos días después y luego de que la familia pagara el rescate, Gäfgen fue detenido por la policía, que tenía la esperanza de encontrar a Jakob con vida. Además, el Magno dijo que estaba con vida, aparte de mentir, de inculpar a otras personas y de mencionar lugares falsos donde estaría el niño.
Ante esta situación, y en la esperanza de salvar la vida de Jakob, algunos policías no encontraron nada mejor que amenazarlo con dolores inmensos, "como nunca había sufrido", sino les decía donde estaba el chico.
Gäfgen, en su máxima idiotez, se imaginó -explicó posteriormente- a "dos negros (Negger es una palabra bastante fea en alemán, o sea que el tipo este, además de todo, es racista) gigantes que lo violarían", dijo... Y entonces, confesó dónde estaba Jakob; pero, como supimos a posteriori, era ya muy tarde.
Evidentemente, en Alemania no se admite la tortura ni la amenaza de tortura, lo que es correcto. De manera que la amenaza de traer a un karateca (o algo así) que le ocasionaría muchos dolores, "como nunca antes los había sentido", no se compadece con el derecho, ni siquiera con el fin de (intentar) salvar la vida de un niño. Los policías (si mal no recuerdo, fueron dos y de alto nivel) sufrieron ya un sumario y fueron castigados.
Gäfgen fue condenado a cadena perpetua.
Esta semana, el Tribunal europeo de derechos humanos en Estrasburgo falló rechazando la petición de Gäfgen de condenar a la Rep. federal de Alemania por "amenazar con tortura".
El tribunal (6 votos contra uno) hizo ver que las personas que habían amenazado a Gäfgen ya habían sido castigadas por el derecho alemán, de manera que, de ningún modo, se podía sostener que Alemania aceptaba la tortura. Asimismo, los testimonios obtenidos mediante la amenaza de tortura, no fueron utilizados en el proceso en su contra.
Si el Tribunal hubiese fallado a favor de Gäfgen, el proceso por el que ya fue condenado, habría debido ser reabierto. De ello, Magnus y su abogado esperaban una pena menor.
Gracias a Dios, no ocurrió y una vez más, triunfó el derecho. Magnus Gäfgen no es una víctima, es el asesino de un niño.
2 comentarios:
Qué historia más espantosa, Marta.
Saludos.
terrible a lo que puede llegar el ser humano!
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