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sábado, 20 de junio de 2015

El odio al Islam


En un excelente artículo, de esta semana en The European, Der Islamhasser (se puede leer y también escuchar), Christoph Giesa, expresa clara y suscintamente, lo que muchos de nosotros pensamos. Yo diría que lo que la mayoría de la gente en Alemania (al menos en el lado occidental) piensa y vive a diario, en su interactuar con los ciudadanos de religión musulmana.

Para mí, la siguiente frase resume mi posición -que es archi-conocida para todos mis lectores-:

Me niego a llamar una opinión a una doctrina que pretende explícitamente eliminar o restringir los derechos de un grupo abstracto de las personas y se esfuerza en que ello ocurra. El odio al islam no se encuentra -para mí- en la categoría de los pensamientos protegidos por el derecho a la libertad de expresión (1). Tiene toda la razón!!!

El islamófobo/la islamófoba exige, en nombre de la libertad de expresión, el derecho a predicar, en todas partes, una cruzada contra los musulmanes (2). Nada más absurdo.

Para el islamófobo, se trata de detener a un poder maligno que actúa en la sociedad (sic), el de los musulmanes. Él está empenado en destruir el mal. Detrás de la amargura del islamófobo, se odia oculta una fe optimista, explica Giesa. En efecto, él cree que, después de la expulsión del mal, la armonía sobrevendrá automáticamente (3). Todos para quienes parte de nuestro trabajo es resolver conflictos en una empresa, sabemos qué falso es el pensamiento tan banal y simplista, según el cual, si esa secretaria, si ese jefe o subjefa abandonan la oficina, todos nuestros problemas se resolverán.

Es algo netamente negativo: no se trata de construir una sociedad, sino simplemente de limpiar la existente (4). Si todos los musulmanes abandonaran la sociedad alemana, nos quedaríamos sin dependientes de los negocios, sin peluqueros, sin personas que nos arreglen las computadoras, sin escritores/as, sin médicos que nos salven la vida combatiendo nuestras enfermedades, sin abogados, etc., etc.

En el fondo, explica Giesa, "los enemigos del Islam decidieron lo que es malo, a fin de no tener que decidir lo que es bueno" (5). Claro, los islamófobos son tipos flojos a los que les cuesta pensar. Tienen un mundo -he observado muchas veces- en blanco y negro. Como los racistas... Ver Violan a nuestras mujeres y quieren controlar el mundo - La conspiranoia y el asesino de Charleston

Haga lo que haga, el islamófobo (Islamhasser dice Giesa, esto es, el que odia al Islam) mantiene una buena conciencia. Se ve a sí mismo como una especie de "persona que comete delitos, pero con una buena intención" (6). Niccolò Machiavelli manda saludos... El fin justifica los medios o, con Stalian, podrías justificar, pasar sobre cadáveres.

No, "no es su culpa si él está destinado a destruir el mal con el mal; el verdadero Occidente le ha transferido a él, el poder de juzgar". Que, en la realidad, Pegida haya sido iniciada por un criminal convicto, es simplemente, el sombrerito de de payaso que corona la situación de la islamofobia (7) en Alemania.

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(1) Ich weigere mich jedoch, eine Lehre, die ausdrücklich auf eine abstrakte Gruppe von Menschen abzielt und bestrebt ist, ihre Rechte zu beseitigen oder einzuschränken, eine Meinung zu nennen. Der Islamhass fällt nicht in die Kategorie von Gedanken, die das Recht auf freie Meinungsäußerung schützt.

(2) Im Namen der Meinungsfreiheit fordert er das Recht, überall den antimuslimischen Kreuzzug zu predigen.

(3) Denn es geht nicht um einen Interessenkonflikt, sondern um die Schäden, die eine böse Macht der Gesellschaft zufügt. Folglich besteht das Gute darin, das Böse zu zerstören. Hinter der Verbitterung des Islamhassers verbirgt sich der optimistische Glauben, nach der Vertreibung des Bösen werde sich die Harmonie von selbst wieder einstellen. 

(4) Seine Aufgabe ist also rein negativ: Es geht nicht darum, eine Gesellschaft aufzubauen, sondern nur darum, die bestehende zu reinigen. 

(5) Der Islamhasser hat entschieden, was das Böse ist, um nicht entscheiden zu müssen, was das Gute ist. 

(6) Mit diesem Standpunkt hat er trotzdem ein gutes Gewissen. Er sieht sich gewissermaßen als „Verbrecher aus guter Absicht“. 

(7) Es ist schließlich nicht seine Schuld, wenn er dazu ausersehen wurde, das Böse durch das Böse zu vernichten; das wirkliche Abendland hat seine Richtermacht auf ihn übertragen. Dass Pegida dabei tatsächlich von einem verurteilten Kriminellen initiiert wurde, setzt dem Ganzen dabei die Narrenkappe auf.

domingo, 9 de noviembre de 2014

La retórica infantil del what about...


Hay algo que me llama la atención y me molesta, que es contestar una observación crítica con otra.

Esta manana, una amiga recomendó este artículo, cuyo autor explica que esa forma de actuar viene de la época soviética: Darf ich Ihnen dazu eine Frage stellen! = Le puedo hacer una pregunta? De  Heinrich Schmitz

Siempre se expresaba una crítica de la conducta soviética, en vez de referirse a la situación criticada, se expresaba una contra-crítica a algún problema existente en los EEUU (1).

El autor llama esta táctica "Whataboutism"  y explica que reemplaza el pensamiento sobre un tema y evita referirse al tema de discusión original. En realidad, se aparta o desvía del tema que se quiere tratar (2).

Pone varios ejemplos. Uno de ellos es la crítica a la anexión de Crimea por parte de Rusia, que va contra todas las normas de derecho internacional, es respondida con una una crítica a todas las supuestas guerras contra derecho iniciadas por Occidente en la historia (3).

Heinrich Schmitz llama a esta retórica, de Kindergarten. Yo creo que es una ofensa para los ninos de jardín infantil ;) Es lo que yo llamo retórica del tuo quoque, del tú también; considerando eso sí, que lo que la contracrítica no recrimina lo mismo que se plantea en la crítica, ni en la misma medida. 
Lo que yo más he visto es que las críticas al comportamiento contra derecho de Rusia de Putin se intenta contra-criticar haciendo ver que Occidente es decadente, Gayropa, etc., etc. Me gustaría saber qué tiene que ver una cosa con otra. Por lo demás, no es verdad que el mundo occidental libre sea tan decadente como nos quieren hacer creer los partidarios de Putin.

Nosotros en Occidente, en el mundo libre, tenemos la posibilidad de criticar lo que está mal, también en nuestro hemisferio. Nunca hemos pretendido que todo esté bien y sea color de rosa. Nosotros no nos ponemos los anteojos color de rosa cuando miramos a nuestro alrededor; como hacen -por sistema y por decreto- los partidarios de Putin, tanto a este lado del mundo, como al lado de Putin. 

Nuestra fuerza procede de nuestra autocrítica que -obviamente- es la única de mejorar.
 
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(1) Wann immer Kritik an irgendeinem sowjetischen Verhalten geäußert wurde, kam statt einer Beschäftigung mit dieser Kritik gleich eine Gegenkritik an einem amerikanischen Fehlverhalten.

(2) Das Abfeuern von Whataboutism ersetzt das Denken und die Auseinandersetzung mit dem ursprünglichen Diskussionsthema. Sie lenkt erst mal ganz bewusst vom Thema ab.

(3) Die Bemerkung über eine völkerrechtswidrige Annexion der Krim durch Russland wird mit völkerrechtswidrigen Kriegen des „Westens“ erschossen. 

domingo, 21 de septiembre de 2014

La mentira del sentido común


El segundo de los artículos aparecidos esta semana en The European sobre la AfD (al primero me acabo de referir en AfD, entre los profesores y los proletarios), es del sentido común = la mentira del sentido común. El artículo es este: Mensch, Verstand!

Esto, porque este nuevo partido se autocalifica como el partido del sentido común. Dice que no es de derecha, ni de izquierda, sino que es de sentido común.

Con ello, explica su autor, Heinrich Schmitz, descalifican, a todos quienes están fuera del partido o se oponen a él, como si no tuviéramos sentido común.  

Explica el autor -abogado penalista- que hay personas -cita a varios- que generalmente, al exponer sus puntos de vista, dicen que están basados en el sano sentido común. Aclara que esto del sano sentido común es una forma frecuente de argumentar y de descalificar a los demás.

Tiene razón en esto el abogado penalista. A lo sumo, lo usaría como recurso retórico; pero no creo que se pueda basar sin más, una defensa de mis argumentos en que yo tengo el monopolio de la interpretación del sentido común... menos aún de un supuesto "sano" sentido común.

Este sentido común sano lleva algunas veces a hacer algo y otras, a rechazarlo. En ambos casos, en el nombre de y usando el título del sentido común. Schmitz cita a otro grande del nacional socialismo (así como Moll, en el artículo anterior citó a Bormann), nada menos que a Rudolf Hess, en un discurso en Estocolmo el 14 de mayo de 1935.

En él, asegura el nacional socialista que, tanto en la política interna alemana, como en la exterior, Hitler actuó de acuerdo al sentido común (al que se refiere varias veces) y que la historia lo reconocerá.

Schmitz hace ver acertadamente que el sano sentido común no es otra cosa que el sano sentir del pueblo, al que los nazis acudían permanentemente, para justificar su política. Sí, en Alemania, las cosas tienen un determinado sentido que, tal vez, cuando no se hable alemán o no se conozca su historia. El autor cita el derecho penal nacional socialista, donde era delito todo lo tipificado como tal y también, lo que el sano sentir del pueblo determine que lo es. "por esta sola razón, el uso del término sentido común en un debate, siempre me intranquiliza". Sí, a quién no...

Explica que, un término no se convierte en malo, simplemente porque los nazis lo hayan utilizado. Sin embargo, se usa hoy en día -y también antes- como un condimento para avalar la propia opinión. Daría lo mismo decir: yo pienso, yo opino. Sin embargo, el sano sentido común se usa como un método de propaganda y como un argumento falso.

Si yo digo que el sentido común está de mi parte, advierto que todos los demás, que no sean de mi misma opinión, son unos dementes y /o se equivocan.

Schmitz, luego de citar a Goethe, a Einstein e incluso a Marx, culmina citando al Papa Francisco y enlazando un artículo sobre uno de sus sermones en una misa de manana en Santa Marta: „Der Herr befreie uns von der Versuchung des gesunden Menschenverstands“ = Que el Senor nos libre de la tentación del sano sentido común.

Lo que quere decir el Papa -en mi interpretación- es que nosotros, muchas veces, nos hacemos medida de las cosas, y rechazamos -con gran tibieza- lo que nos pide Jesús, en nombre de un propio sano sentido común. En otras palabras, el sentido común tiene mucho de subjetivismo un poco ególatra y un poco engreído; pero siempre muy tibio.


AfD, entre los profesores y los proletarios


Esta semana, aparecieron el The European, dos artículos acerca de la AfD. En el primero de ellos -en aparecer- el profesor de teología evangélica de la Universidad de Mainz describe a este nuevo partido como compuesto por dos partidos distintos: Von Professoren und Proleten = uno de profesores universitarios y otro de proletarios, en sentido despectivo de la palabra.

Dice que el control del partido está siendo perdido por los profesores que lo fundaron y con ellos, se pierda todo sentido cristiano de un proyecto político (tengo que aclarar que la clase más culta en Alemania es cristiana, a diferencia de la menos culta que es de menos cristiana a anti-cristiana).

El autor del artículo, Sebastian Moll fue -hasta ahora en que se retiró- miembro de la AfD, pese a todas las advertencias que le hicieron. Al mismo tiempo que advertencias, recibió también felicitaciones e invitaciones a seguir adelante de parte de otras personas cercanas al partido. Fue un error -reconoce- dejar la FDP (liberales alemanes) para entrar a la AfD.

Dice que la clase alta -de los profesores en el partido- hace como si no supiera nada del avance de los derechistas (en Alemania, el término derecha no es bueno y se identifica con grupos cercanos al nacional socialismo de antano; el término correspondiente a lo que en Latam llamamos derecha es más bien "conservador"). Se hacen los tontos, diría yo... porque son demasiado inteligentes para no ver lo que está pasando en la base del partido.

Dice Moll que los proletas exigen someter a los extranjeros a cursos de integración; pero ellos carecen de la más mínima cultura (alemana o de cualquier procedencia). Sí, esto es así. Dice que la pérdida del control por parte de los profesores se aprecia no sólo en el bajísimo nivel del discurso político dentro del partido, sino también en que se ha dejado de lado las ideas liberales por las que entraron al partido muchos liberales como él.

La visión del cristianismo dentro del partido igualmente da miedo. A él (no olvidemos que es profesor de teología) le gustaba el compromiso cristiano personal de muchos de los líderes del partido (se refiere a la clase de los profesores); sin embargo, de este cristianismo ya nada queda. Es más, el sector de los proletas preferiría erradicar completamente el cristianismo de Alemania.

Para los conservadores, explica, es el cristianismo, parte de nuestra cultura. Para los elementos populares, proletarios, es algo que se impuso sobre el elemento germánico popular y que no debe tener cabida en Alemania. Moll cita nada menos que al ideólogo nacional socialista Martin Bormann, con ello nos queda claro, donde ubica políticamente a los proletas de la AfD, a saber: en el nacional socialismo.