Alexander Stubb : Rusia no cumple el Tratado de cese del fuego

Alexander Stubb, el chairman de la OSCE (Organization for Security and Co-operation in Europe) señala esta mañana -entrevista para la radio finlandesa- que Rusia ha violado el Tratado de cese del fuego en el conflicto con Georgia.

Las famosas Zonas de amortiguación (Pufferzonen) de kilómetros y kilómetros de ancho, erigidas por el ejército de la Federación "no deben existir", ya que no están contempladas en el Tratado.

Francia (en su calidad de país que ejerce la presidencia de la UE) las criticó igualmente y en el mismo sentido que Stubb, de manera que, poco a poco, Europa comienza a hablar no con una voz (no me parece que sea necesariamente lo más sano), sino con varias, pero todas en el mismo sentido.

Francia criticó como insuficiente el retiro de las tropas rusas... Sin duda, un retiro de tropas no puede ser insuficiente, un retiro de tropas es o no es... Como en Hamlet. Las tropas se retiran o no se retiran. Indudablemente, puede criticarse un retiro parcial... Pero, tal vez se pueda explicar así: La retirada de las tropas rusas de Georgia

El nuevo ministro de defensa (?) ruso Serdjukow declaró que el retiro estaba completo... y su país, había cumplido su parte en el Tratado. Claro, como preguntaba el embajador ruso ayer en Berlín, ¿cuáles son las fronteras de Georgia?

Entre tanto, se calcula que un tercio de la población rusa (pese a la influencia de la televisión estatal (1)) está en desacuerdo con la actuación de su gobierno en el caso Georgia, sobre todo la gente joven que, se dice, teme un nuevo aislamiento de su país (sería más que lamentable cortar el contacto enriquecedor entre la sociedad rusa, especialmente con los jóvenes)... Después, a ver si les cuento de algunos editoriales de grandes diarios rusos al respecto.

Por su parte, la agencia de noticias Reuters titula Russland richtet sich auf längere Georgien-Präsenz ein = Rusia se prepara para una larga permanencia en Georgia

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(1) “How horrible,” my grandmother told her friend over the phone. “How horrible is this war! What are the Georgians fighting about?”

Perhaps, no other place offers a greater example of a division of points of view than my own household. My grandmother, who gets her news from the Kremlin-sponsored Russian TV channels that would have made Goebells proud, condemns Georgians who are fighting “our boys.” On the other hand, I am of a different opinion.

De Aleks, desde Riga, The Weakest Link