Dieter Graumann es el recién elegido presidente del Consejo central de los judíos en Alemania. Es la primera persona que ocupa este puesto que nació después de la Guerra y por ello, no vivió personalmente el Holocausto.
Nació en Israel, donde habían emigrado sus padres, polacos. Siendo él muy pequeño, sus padres se vinieron a vivir a Frankfurt (la comunidad judía de esta ciudad, ha sido y es tradicionalmente muy "burguesa", esta vez, en el buen sentido de la expresión). Estudió economía (BWL) y trabajó en el Banco central alemán.
Hace unos días, sembró claridad en una discusión hasta ahora eterna (en el sentido de never ending) y "bizantina" (con perdón de los bizantinos... se dan cuenta de cómo nuestro lenguaje está cargado de prejuicios).
Tengo un par de minutos antes de partir nuevamente, así que resumiré lo que Graumann explicó en el diario Rheinische Post:
La crítica a la política de Israel es „absolutamente legítima“. En efecto, como estado democrático, Israel promueve una viva cultura del debate. Por esta razón, está totalmente demás repetir una y otra vez (gebetsmühlenhaft) romperse la cabeza (grübeln) acerca de si se puede (en el sentido de estar permitido, dürfen) criticar a Israel.
Por el contrario, es inaceptable negar el derecho a la existencia de Israel. Igualmente, inaceptable es difamar en bloque a Israel y demonizar a los judíos. Hacer caer una „responsabilidad general“ (in Generalhaftung) sobre los judíos traspasa la línea roja y, a más tardar, en ese momento, ha comenzado el antisemitismo.
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