Hoy se sabe que, por lo menos diez extranjeros o alemanes de ascendencia extranjera fuero asesinados -ellos, específicamente- por la célula neonazi autodenominada pomposamente NSU.
Hoy se sabe, además, que la célula colocó una bomba en un edificio en que vivían trabajadores portugueses.
Hoy, pienso -y no soy la única- que el atentado contra los nueve empresarios de ascendencia turca y griega es realmente un acto de perfidia. Precisamente porque se tata de personas perfectamente integradas en la sociedad de Alemania. Personas que contribuyen con su trabajo al crecimiento del PIB y, con sus impuestos y tasas, a pagar el estado social. Personas que conviven con otros extranjeros y otros alemanes, con quienes conviven y comercian.
No se trata de extranjeros que no hablan alemán o "no integrados", sino que muy por el contrario. Pensémoslo bien: es precisamente esta gente, estos empresarios exitosos, estos trabajadores que salen adelante y sacan adelante a sus familias, quienes más molestan a los extremistas de derecha (personas frustradas, sin trabajo, sin pasado, sin futuro y sin familia, como es el caso de los miembros de la famosa célula terrorista).
El sábado, el representante de los Verdes en el acto al que me referí (ver Cristianos contra neonazis en Remagen) nos hacía ver que estas personas estuvieron en nuestros Kindergärten, en nuestros colegios y que, en algún momento, rechazaron la sociedad... Es ahí, en la educación donde hay que hacer algo...
Reflexiones sobre una nueva constitución para Chile, por Javier Edwards
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*Recibí este texto por whatsapp. Copio lo que recibí. Supongo que será de
Javier; pero no estoy segura, ni tengo cómo comunicarme con él para
preguntarle....
Hace 4 años
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