miércoles, 3 de octubre de 2012

Renuncia a la Iglesia católica en Alemania - alcances



El 20 de septiembre, la Conferencia episcopal alemana publicó un decreto ("Allgemeines Dekret der Deutschen Bischofskonferenz zum Kirchenaustritt") que regula el llamado Kirchenaustritt, esto es, la declaración formal por parte de un fiel y ante un funcionario del estado (empleado del Registro Civil o Tribunal civil), en que manifiesta su intención de renunciar a la Iglesia a la que pertenece. 

Para entender esta figura jurídica del derecho alemán, es necesario dar un vistazo a la historia de Alemania. Durante el largo proceso de mediatización y de secularización, los bienes de la Iglesia fueron expropiados pasando a ser propiedad del fisco. Por esta causa, el estado debió contribuir a cubrir las necesidades de las "dos grandes iglesias“ (así llamamos en Alemania a la Iglesia católica y a la evangélica; esta última formada esencialmente por fieles luteranos y calvinistas) con el dinero proveniente de las indemnizaciones que pagaba. 

Con el paso del tiempo y "debido al crecimiento demográfico, la industrialización y al surgimiento de grandes ciudades, el gasto eclesiástico aumentó enormemente. A medida que los gastos crecían, las compensaciones estatales se hicieron insuficientes“. Fue así como, en 1803, "los estados miembros del Reino Alemán, con la resistencia de la Iglesia Católica, impusieron un sistema de financiación a través de los impuestos eclesiásticos“ (la cita es del artículo más completo sobre este tema en castellano, de Rudolf Schunck: "Sistema de impuestos eclesiásticos en Alemania", Material incluido en el volumen especial de la revista del Instituto Martín de Azpilcueta, Universidad de Navarra : Ius Canonicum (1999), en honor de Javier Hervada). El estado se liberó de esta manera de la obligación de pagar los gastos de la Iglesia, traspasando la carga, a los fieles de la respectiva confesión.

La Constitución de Weimar (1919) contiene la primera regulación de los asuntos relativos a las iglesias válidos para todo el territorio alemán. El art. 137 señala: "Las sociedades religiosas que sean corporaciones de derecho público, están facultadas para percibir impuestos con arreglo a las disposiciones legales“. La normativa de 1919 continúa en vigor, ya que el artículo 140 de la Constitución de 1949 establece que esa disposición es "parte integrante de la presente Ley Fundamental“.  De acuerdo a la ley, sólo pagan este impuesto quienes perciben ingresos y están exentos: los jubilados, los estudiantes, escolares y personas que reciben ayuda social.

La declaración formal de renuncia a la Iglesia pone fin a la obligación de pagar este impuesto y ha sido, sin duda, durante mucho tiempo, la causa más importante para el Kirchenaustritt. Sin embargo, en los últimos años, muchos fieles han decidido abandonar la iglesia, debido a los escándalos de abusos sexuales.

Hasta ahora, he observado que la decisión de retirarse de la Iglesia no era algo que fuese impedimento para continuar recibiendo los sacramentos, ejercer otros derechos o gozar de diversos beneficios.  A diferencia de lo que he visto  en la práctica de la Iglesia evangélica, más estricta o consecuente en este tema.

Durante décadas, no hubo claridad acerca del alcance de la renuncia voluntaria y formal a la Iglesia, sólo diferentes opiniones y demasiados procesos judiciales. Se hablaba de  una renuncia parcial, en el sentido que se renunciaría sólo a la institución Iglesia, pero no a la iglesia como comunidad espiritual. A todo esto, la situación se complicó aún más cuando un profesor de Derecho canónico de Freiburg recurrió a los tribunales y la sentencia definitiva del Tribunal superior de Derecho administrativo, en Leipzig, se esperaba para septiembre…

Incluso había significativas diferencias entre la posición alemana y la posición romana frente a esta renuncia a la Iglesia católica. Diferencias que este decreto zanja definitivamente. En efecto, si bien el documento fue elaborado en Alemania y aprobado por la Conferencia Episcopal, fue también reconocido por la Congregación vaticana para los Obispos. Asimismo, el decreto se basa en los cánones 209 §1 y 222 §1 en concordancia con el 1263 del CIC, esto es, en legislación de la Iglesia vigente en todo el mundo. 

Según el decreto, las consecuencias de la renuncia a la Iglesia son las siguientes: no se puede recibir los sacramentos de la penitencia, eucaristía, confirmación, ni la unción de los efermos, salvo en caso de peligro de muerte. Tampoco puede ser empleado/a de la iglesia (la burocracia eclesiástica alemana es muy bien pagada) y otras funciones dentro de la misma. No se puede ser padrino o madrina de bautizo o confirmación. Ni integrar consejos parroquiales o diocesanos. No se puede votar en las elecciones eclesiásticas, ni ser elegido/a en ellas. Tampoco integrar ninguna asociación de fieles de carácter público. Si la persona que ha renunciado quiere "casarse por la Iglesia“, tiene que pedir un permiso especial. Si, antes de morir, no ha mostrado arrepentimiento, se le puede negar el llamado funeral eclesiástico.

En consecuencia, quienes ejerzan funciones dentro de la burocracia eclesiástica o bien, dentro de los gremios elegidos democráticamente por los fieles, teóricamente cesan en sus cargos. Probablemente, esto provocará nuevos procesos judiciales, que deberán aclarar el alcance del decreto y su aplicación de acuerdo al derecho laboral alemán.

El decreto establece que, en caso de renuncia, el párroco enviará una carta al renunciante y lo invitará a dialogar con él (Pastorales Schreiben an die aus der Kirche ausgetretene Person unmittelbar nach Kenntnisnahme des Kirchenaustritts). Lo que es un avance; pero me parece que esta invitación al diálogo llega un poco tarde.

Frente al caos pre-existente, pienso que es positivo que se respete la decisión voluntaria, libre y consciente de la persona que renuncia a la Iglesia. Por otra parte, es importante destacar un leve cambio en la percepción de la naturaleza de la renuncia: ya no se ve al renunciante simplemente como una persona que quiere ahorrar unos cuantos euros, sino como un ciudadano que toma esta decisión conscientemente y por otras razones importantes.  Depende de nosotros los cristianos si la persona que se alejó de la iglesia, vuelve o no a ella… 

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