jueves, 3 de marzo de 2022

¿Cómo terminará Putin?

No leía a la periodista rusa Julia Smirnova (@JO_Smirnova) desde el 2016, cuando comenté su comentario sobre Putin, en mi columna lamentablemente muy actual sobre La Nueva guerra fría Hoy, me gustaría comentar una columna que Julia recomendó. De Lawrence Freedman, profesor emérito del King's College, de Londres: Russia's Plan C And Plan D[1] 

Freedman sostiene que “esta es una guerra que Vladimir Putin no puede ganar, por mucho que dure y por muy crueles que sean sus métodos.” No quiero ser derrotista; pero, desde el punto de vista militar, me temo que esta es una guerra que es imposible que Rusia pierda.  Su armamento es muchísimo mayor y más moderno que el ucraniano. El número de sus soldados son increíblemente mayor, que los de de un país mucho más pequeño y pobre, como es Ucrania.

¿A qué se refiere el autor exactamente? A que “la campaña rusa se ha visto obstaculizada por objetivos políticos que no pueden traducirse en objetivos militares”. A ver… “Putin ha descrito una Ucrania mítica, producto de una imaginación febril estimulada por cavilaciones históricas disparatadas. Su Ucrania aparece como un hermano descarriado a ser rescatado de los 'drogadictos y nazis' (son sus palabras) que la han hecho perder el rumbo”. 

El problema para Putin, es que los ucranianos ven las cosas diferente y creen que el argumento del presidente ruso[2] es tan sólo una excusa para convertir a su país en una colonia rusa, algo que no van a permitir”. Al menos, no fácilmente. Me pregunto si también tendríamos que ayudar a Gran Bretaña, a Francia o Bélgica, a recuperar sus antiguas colonias. En una época en que se critica el antiguo colonialismo europeo, no veo por qué habría que ayudar a los sucesores de la Unión Soviética, a recuperar sus antiguas colonias. 

En mi columna Putin llega con 200 años de retraso, sostuve: “si queda algo así como un tórax residual, el Kremlin recurrirá al viejo truco de instalar un gobierno marioneta. En el mejor de los casos, transformará a Ucrania en un estado vasallo”. El autor británico tiene otra opinión: “Ningún gobierno respaldado por Rusia tendría legitimidad y Rusia carece de la capacidad para una ocupación indefinida para mantener tal gobierno en su lugar”. Sinceramente, prefiero que se cumpla la teoría de Freedman y no la mía.

“Esta locura estratégica se ha visto reforzada por la ineptitud táctica con la que se ha llevado a cabo la campaña. Una victoria rápida y relativamente indolora, con Kiev en manos rusas y el presidente Zelensky desaparecido, podría haber permitido a Putin imponer algún tipo de paz propia de un vencedor, con promesas de neutralidad y de desmilitarización, una nueva constitución o incluso con concesiones territoriales”. El sueño de Putin era que Zelensky tomara un helicóptero y huyera. Que abandonara al pueblo que lo eligió en las urnas, hacia Occidente, hacia Polonia, Alemania, Gran Bretaña… Recordemos que el último presidente por la gracia de Putin huyó hacia Rusia en un helicóptero. 

Sin embargo, “los generales rusos optaron por demostrar lo inteligente que son y pusieron su confianza en la velocidad y la sorpresa para tomar ciudades clave, utilizando solo una fracción de fuerza y ni siquiera molestarse en controlar el espacio aéreo”. Por eso, se habla del intento de blitzkrieg, intento claramente frustrado. “La arrogancia del plan se mostró en la jugada contra Kiev que implicó volar en unidades regulares hasta las afueras de la capital para encontrarse con fuerzas especiales y de sabotaje ya preparadas. Todo esto terminó como un caos operativo”.

“El fracaso del Plan A obstaculizó el cambio al Plan B. Los ucranianos pudieron frenar el movimiento de las tropas entrantes, acosándolas y obligándolas a seguir rutas indirectas”. No sé si será verdad; pero había muchas fotos de letreros camineros cambiados, para desviar los vehículos invasores. “Las fuerzas rusas que avanzaban se dividieron, perdiendo la coordinación, lo que permitió a los defensores ucranianos emboscar a los convoyes”. 

Luego surgieron los problemas de logística: “a medida que los convoyes de suministro, incluidos los que transportaban combustible, no podían seguir el ritmo de las unidades de avanzada. El 28 de febrero se informó de un convoy de 40 millas de largo que se dirigía hacia Kiev o Kyiv. En la práctica resultó ser una serie de convoyes más pequeños, atascados porque el camino estaba bloqueado por vehículos en pana o que se habían quedado sin combustible. Los ucranianos no necesitaron hacer grandes esfuerzos para interceptar esta fuerza ofensiva: se detuvo ella misma”. Me recuerda los chistes que circulaban hace algunos años sobre el ejército ruso.  

“Si son capaces de capturar la ciudad portuaria de Kherson, en el Mar Negro, será un duro golpe para el esfuerzo bélico de Ucrania”. El artículo fue publicado hace 23 horas, Cherson o Kherson ya cayó. No obstante, “entrar en una ciudad no es lo mismo que conservarla”. “El control es un concepto político y no militar. Los ucranianos no han tratado de defender cada centímetro de su tierra, sino que se han mantenido firmes en las ciudades clave, de las cuales las dos más grandes, Kyiv y Kharkiv, siguen siendo simbólica y políticamente las más importantes. Han cambiado espacio por tiempo y han utilizado ese tiempo para fortalecer su posición”.

“Lo más importante es que han movilizado y organizado una milicia popular para ayudar a defender sus ciudades”. Creo que la resistencia popular es lo que más teme Putin: “no hay que olvidar que, después de la II Guerra Mundial, la URSS tardó cerca de diez años en vencer a los partisanos y otros patriotas ucranianos que se resistían a quedar bajo el dominio de Moscú. Esta circunstancia quedó marcada en el alma soviética de Putin”[3].

El presidente “Zelensky encontró las palabras para motivar a su gente y lograr apoyo internacional. La narrativa ucraniana habla de solidaridad, de heroísmo y de sacrificio”, reconoce que las próximas semanas serán muy difíciles. “Es un contraste muy marcado frente a la narrativa rusa de agravios enconados y de recalcar la propia inocencia. Los portavoces de Putin no han podido contar relatos convincentes de lo que hacen sus soldados y porqué, y se limitan a denunciar los crímenes ajenos para justificar los suyos”.

Frente a este escenario, “la comunidad internacional promete mantener los suministros de armas (suponiendo que puedan pasar) y, lo que es más importante, decidió imponer sanciones económicas mucho más severas de lo que la mayoría de los observadores anticiparon”. 

Por su parte, “los aliados de Putin se han mantenido a distancia y, en algunos casos, se han manifestado rotundamente contrarios a la invasión. Hungría se ha alineado con la Unión Europea y la OTAN. China no se va a poner del lado de Occidente, ni impondrá sanciones; pero se abstuvo en el Consejo de Seguridad y ha insistido en la importancia de la soberanía ucraniana y en la protección de los civiles”. Fredman hace ver algo que me parece muy grave: “sabemos de ciudadanos extranjeros han sido asesinados, incluso de Grecia, India y de Israel”. Esto tendría asustados a ciudadanos chinos en Ucrania, “alarmados por su vulnerabilidad a los ataques rusos”.

Internacionalmente, Rusia es apoyada apenas por un puñado de países: por “el régimen de Assad en Siria, que debe su existencia al poder de fuego ruso, y por Pakistán, que aprovechó este momento para firmar un nuevo acuerdo comercial con Rusia. Rusia tiene un apoyo internacional mínimo. Incluso Kazajstán, donde Putin envió tropas rusas en enero pasado para ayudar a restaurar el orden, se ha negado a apoyar a Moscú”. Incluso el presidente Lukashenko de Bielorrusia, “puede estar titubeando acerca de hasta qué punto desea que sus propias tropas participen, sobre todo, se supone, porque esto agregaría a su profunda impopularidad”. Asimismo, se dice que demasiados soldados bielorrusos habrían desertado.

Es significativo que, “al aceptar conversaciones en la frontera con Bielorrusia, los rusos hayan aceptado la posibilidad de un alto el fuego negociado, en vez de una paz impuesta. Vale la pena señalar que Putin antes de la guerra no mostró interés alguno en sostener conversaciones directas con el gobierno ucraniano, sobre todo porque esto les daba cierta legitimidad”. Hasta ahora, “Putin sólo había propuesto que el gobierno ucraniano hablara con los líderes separatistas del Donbas. Las conversaciones del presidente Macron con Putin mantienen una especie de canal hacia Occidente. China ahora puede comprometerse como mediador. Pero al final, cualquier acuerdo debe negociarse directamente con los ucranianos. No corresponde a otros decidir en su nombre lo que deben aceptar”. Muy cierto.

En tales circunstancias, “Putin se ha visto obligado a pasar al Plan C”. En efecto, “el 27 de febrero, destacó la fuerza nuclear de Rusia y anunció que había elevado el estado de alerta de sus fuerzas disuasorias, lo que todavía está lejos de acercarse a un pie de guerra”. Freedman advierte que “ha habido mucha especulación sobre por qué hizo esto, lo que es normal en estos días, en que se trata de entender cualquiera de sus movimientos (...) La explicación más simple sigue siendo que ante el creciente apoyo material de Occidente a Ucrania y el aumento de las sanciones contra Rusia, Putin quiso reforzar la advertencia contra toda injerencia extranjera, que hizo al anunciar la invasión a Ucrania”. 

Sí, estamos frente a una invasión y no a una operación especial para liberar a Ucrania de fascistas y drogadictos…

“Los ataques a las ciudades son el aspecto más alarmante de esta etapa de la guerra. Sus efectos estratégicos siguen siendo difíciles de medir, pero vale la pena señalar tres puntos. Primero, mucho depende de la reacción de la población. Aunque es un cliché suponer que los civiles bajo bombardeo se vuelven más desafiantes y aprenden a resistir, no siempre ocurre esto. Depende de la extensión del bombardeo, del estado previo de la moral de la población y de la calidad de sus líderes. Sin embargo, hasta ahora, en este caso el cliché parece ser cierto. Kharkiv, la ciudad que más ha sufrido, sigue siendo desafiante. Y eso que se supone que Kharkiv una de las ciudades que está más a favor de Rusia. En ella, los rusos esperaban desencadenar una contrarrevolución popular a la revolución del Euromaidán de febrero de 2014. Ya no lo esperan”.

Segundo, los rusos afirman que algunos ataques se dirigen contra objetivos militares y gubernamentales clave; pero cabe preguntarse por qué no se ha hecho ningún esfuerzo serio para evitar la muerte y destrucción de objetivos civiles.

En tercer término, “la artillería se puede utilizar, brutalmente, como instrumento de guerra urbana, para desmoralizar a los defensores, eliminar posiciones defensivas y crear caminos para una ofensiva. Pero sabemos, desde Stalingrado hasta Grozny, que los defensores pueden luchar entre los escombros. Incluso en esa etapa desesperada, los entornos urbanos siguen siendo un desafío para la fuerza invasora. Las unidades pueden perderse y aislarse, atrapadas en las calles de la ciudad”.

“Además, hay que enfatizar un punto inicial: como hemos visto, en las zonas tomadas por el ejército ruso, su presencia no es lo mismo que el control. Hay numerosas imágenes de tropas rusas que se enfrentan a multitudes de personas enojadas y desarmadas y que no saben qué hacer. Una cosa es matar civiles desde lejos con ataques de artillería y misiles, y otra muy distinta es tener que mirar a los ojos a personas comunes y corrientes, que podrían ser tus familiares, en una calle similar a tu ciudad natal, y comenzar a dispararles”.

“La alternativa podría ser el asedio. Obligar a la población a pasar mucho tiempo en búnkeres, mientras las ciudades pierden energía, los alimentos y las medicinas escasean y la situación se vuelve cada vez más angustiosa. Esto puede terminar siendo, por defecto, el Plan C, especialmente si los rusos continúan luchando para obtener más puntos de apoyo en las principales ciudades. Los seres humanos pueden soportar estas condiciones durante un tiempo, pero en algún momento esto conduce a una crisis humanitaria. En este caso, pueden surgir corredores para permitir que los civiles escapen o simplemente hacer mayores esfuerzos para obtener suministros adicionales mientras las ciudades no estén completamente rodeadas”. O sitiadas…

A propósito de sitio, “Es poco probable que un asedio traiga resultados rápidos para Putin. Su pueblo no está sufriendo de la misma manera, pero la economía de Rusia ahora está sitiada. Por el momento, puede hacerle y tomar medidas drásticas contra la disidencia y los medios de comunicación independientes. Pero los costos humanos y económicos de esta guerra no pueden ser cubiertos durante mucho tiempo. La gente descubre lo que les ha pasado a sus hijos y hermanos, y lo poco que pueden comprar con sus rublos. Putin necesita que esta guerra termine lo más pronto posible”.

“Si alguna vez hubo alguna posibilidad de que esta guerra terminara con la subyugación completa de Ucrania por la fuerza de las armas, se ha desvanecido. Tampoco terminará con las fuerzas rusas siendo expulsadas del país. Lo más probable es que haya una conclusión negociada, probablemente en conversaciones en que se acuerde un cese del fuego”. Freedman dice que, como sea, incluso si los ucranianos aceptan la pérdida de Crimea, tienen que salir de esta terrible experiencia como un país libre e independiente sin tropas rusas en su territorio”.

“Maquiavelo se pregunta si es mejor para un príncipe ser amado o temido. Responde que lo mejor es ser ambas cosas; pero si había que elegir, era preferible el miedo”. Y explica que “Putin se ha aislado, en el amplio sentido de la palabra y corre el riesgo de perder ahora ese aura de poder despiadado que ha cultivado cuidadosamente. Ese aura significó que solo los oponentes internos más valientes se atrevieran a enfrentarlo y que los autócratas de otros países lo abrazaron como un ejemplo a seguir. Sabemos que todavía goza de mucho apoyo popular a pesar de que continúan las manifestaciones contra la guerra. Lo que más importará será lo que piensa la élite cuando vea las consecuencias de la imprudencia de su líder. Cuando sepamos más sobre cómo termina esta guerra, sabremos cómo terminará su régimen”. Se refiere al régimen de Putin. 


[1] Las citas entre comillas y sin referencia, son a este artículo. La traducción es mía y de Google.

[2] Como presidente o como premier, alternándose con Dimitri Medvedev, está en el poder desde 1991. 

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