jueves, 12 de julio de 2007

Keynes y Alemania

Agradeciéndolo enormemente a don Hugo Perini su gran amabilidad, me permito reproducir en este blog este excelente artículo suyo. ¡Muchísimas gracias!



KEYNES Y ALEMANIA


Las consecuencias económicas de la Paz” fue el hijo de un profundo sentimiento. (JMK)

Dentro de dos años se celebrarán los noventa de la publicación de “Las consecuencias económicas de la Paz” por John Maynard Keynes, quien, al igual que Adam Smith, escribió magistralmente, además de temas de economía, sobre temas “morales”, aunque en ambos casos ambos economistas son recordados más por sus trabajos “económicos”. Así, “La riqueza de las Naciones” de Smith ha dejado prácticamente en el olvido su “Teoría de los sentimientos morales” y “La Teoría General” le ha granjeado a Lord Keynes una fama imperecedera, soslayando la importancia, fundamentalmente “moral”, de este libro que hoy analizamos.

Para poner a la obra y a su autor en perspectiva, creo conveniente referirme al “clima de época” que vivió Europa cuando se desencadenó la “larga guerra mundial”, como denominó Eric Hobsbawn al período comprendido entre 1914 y 1945.

Así por ejemplo Edgard Grey, siendo ministro del Foreign Office, la noche en que Inglaterra y Alemania entraron en guerra, contemplando las luces de Whitehall, sostuvo:
“Las lámparas se apagan en toda Europa. No volveremos a verlas encendidas antes de morir”. Para Henry James y para muchos ingleses, entre ellos Keynes, con el comienzo de la guerra finalizaba lo que les había parecido “una larga tarde dorada” o “una reunión campestre”

Siempre se ha sostenido que la férrea actitud de Clemenceau, azuzado internamente por Maurras y su Acción Francesa, en el sentido de poner de rodillas a Alemania como revancha por Sedán, fue lo que pesó en las deliberaciones de la Conferencia de Paz de París. Esto, en mi opinión, es una verdad a medias. En efecto, si bien Francia fue inflexible con Alemania, olvidando la “generosidad” con que el Congreso de Viena la había tratado un siglo antes, no desmembrando su territorio por ejemplo -justo es decirlo debido a la genial acción de su plenipotenciario Talleyrand- no es menos cierto que también Inglaterra, por motivos de mera política doméstica, como fue la campaña para las elecciones generales de 1918, cargó las tintas contra la Alemania derrotada. En efecto Lloyd George primero pidió el pago de reparaciones, para luego exigir el pago total de los gastos de guerra, fijándose una plataforma agresiva del tipo “Ahorquemos al Kaiser”, sosteniendo, entre otros, postulados del tipo “que Alemania pague” o “Exprimir al limón hasta que se oiga crujir las pepitas”

Pero no todos los ingleses pensaban como su primer ministro. Keynes, a la sazón representante del Tesoro Británico en la Conferencia de Paz, era uno de ellos, y con sus brillantes argumentaciones en contra de sus disposiciones, contribuyó grandemente a su rechazo por parte de los Estados Unidos.

¿Qué era lo que le preocupaba a Keynes? : las reparaciones de guerra que se le imponían a Alemania.

Mayoritariamente se ha hecho hincapié en que la tesis sostenida por Keynes en esta obra era que el pago de las mismas llevaría a Alemania al colapso, alentando entre su ala militarista un sentimiento revanchista que llevaría al país al rearme para iniciar una nueva guerra. Es cierto, este es uno de los pensamientos formulados por Keynes, pero no es el único, ni el más importante.

Lo que hace, en mi opinión, que “Las consecuencias económicas de la Paz” sea una obra importante acerca de la política mundial de principios del siglo XX, que colocó a su autor, en opinión de Hobsbawn, en la galería de la docena de hombres que de alguna manera dejaron sus huellas en la historia del siglo pasado, son dos ideas más, mucho más importantes que la primera y a menudo olvidadas: una de contenido geopolítico y otra, reitero, de profundo contenido “moral”.

Keynes sostenía en la primera de ellas que Alemania era el “eje” del sistema económico europeo, por lo que debía alentársela y ayudarla a ocupar su lugar prominente como organizador y creador de riqueza, especialmente en relación con sus vecinos orientales y meridionales.

Pero donde queda patentizado “ese profundo sentimiento” de Keynes, “moral”, repito, al escribir esta obra, es cuando advierte sobre “la mala fe de nuestra parte” (es decir de los Aliados), por primero concretar un armisticio con Alemania sobre la base de los “Catorce Puntos” y cuatro alocuciones posteriores del presidente norteamericano Woodrow Wilson, para ignorar después los compromisos contraídos, ya que en su opinión, al haber aceptado los alemanes la nota de Wilson del 5-11-18, se había perfeccionado un contrato claro e inequívoco por el que los Aliados se habían comprometido a obtener una paz basada precisamente en los “Catorce Puntos” y en el principio de que “no habrá anexiones, contribuciones ni resarcimiento de daños”, todo lo contrario de lo que se estatuyó en la Conferencia de Paz de París.

A casi noventa años de su publicación, y en un mundo que cada vez más prioriza los fines sin considerar la licitud de los medios para alcanzarlos, Keynes y su obra nos recuerdan que otras formas de hacer política internacional, no solo son posibles, sino que son necesarias a “los hombres para escapar de sus desgracias”.-



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