Queridos amigos, a propósito de lo que conversábamos en el artículo anterior con Esteban (Esteban Blog) (ver Y Ud. ¿Compra productos Made in China?), recordé este antiguo artículo mío en el Diario Financiero, que copio a continuación. Las ideas son las expuestas por Hans-Werner Sinn.
La situación no ha cambiado mucho desde fines del 2004, sólo me parece que, en Alemania, hemos llegado poco a poco, al convencimiento de que el proceso no se puede detener... De manera que, o aceptamos las nuevas cicunstancias o nos bajamos del carro de la historia.
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Artículo publicado en el Diario Financiero, el 27 de agosto de 2004)
La próxima vez que Ud. adquiera un producto made in Germany, puede estar seguro/a que un porcentaje significativo de su compra no proviene de Alemania. Hasta hace poco, el sello hecho en Alemania constituía algo así como un certificado de garantía: el producto era de buena calidad, de diseño práctico -no siempre el más bonito- y duraría una eternidad. Sin embargo, en 1991, el 27% de las exportaciones alemanas provenía de terceros países, hoy esta cifra llega al 40%.
En efecto, partes importantes del producto final se compran en el extranjero, en países donde el trabajo es más barato, los impuestos y cargas sociales son inferiores a los alemanes y la legislación laboral no es tan rígida. No obstante, el precio no es el único factor que los empresarios evalúan, es fundamental la calidad y la seguridad en el cumplimiento de los compromisos por parte de la firma extranjera. Es ésta la única manera de ofrecer un producto de calidad, pero cuyo precio pueda competir en el mercado internacional. El fenómeno, que afecta en menor o mayor medida a toda Europa Occidental, ha sido recientemente denominado (H.W. Sinn) economía de bazar.
A comienzos de los 90, aprovechando los reducidos costos de producción, las grandes empresas alemanas realizaron inversiones en Asia. La mediana industria -que no se sumó a la aventura asiática- recién ahora, ha empezado a invertir masivamente en el exterior, en Europa Oriental, región también de bajos costos, pero que está muy cerca y que tiene la gran ventaja de pertenecer al universo cultural de occidente, lo cual facilita la negociación. Asimismo, estos países, después de una difícil transformación de un sistema socialista a uno de libre mercado, han consolidado sistemas jurídicos estables.
No se trata de abandonar totalmente Alemania, donde permanece el centro de operaciones desde el cual la firma se relaciona con sus clientes; más bien el proceso consiste en trasladar al Este -que ha pasado a ser una especie de Hinterland- un segmento significativo de su producción, ya sea mediante la inversión directa en una planta local o simplemente comprando a firmas extranjeras. Se trata pues de aprovechar las ventajas comparativas que ofrece esta región. Actualmente, el costo del trabajo en Eslovenia corresponde a un tercio del alemán y en Estonia, tan sólo a una décima parte. En Polonia, la relación oscila entre un 26% y un 18%. Los sueldos a uno y otro lado -a diferencia de la opinión de algunos partidarios de la convergencia- no se igualarán tan rápidamente. El Ifo (Instituto de investigación económica) calcula que recién en el año 2010, la mano de obra en Polonia alcanzará un 33% y el 2020, casi un 50% del valor en Alemania.
Desde Adam Smith sabemos que la división del trabajo lleva al bienestar y la división del trabajo entre las naciones -en palabras de David Ricardo- conduce al bienestar de los estados involucrados. La intensificación de la división internacional del trabajo, basada en las ventajas comparativas de los participantes es una consecuencia más de la globalización que vivimos. Aún cuando la ventaja se base en realizar un mismo trabajo por menos dinero. Si bien es cierto que, cuando se compran productos o servicios a una firma ubicada en el extranjero, se pierden puestos de trabajo en el país, no hay que olvidar que, al mismo tiempo, se aseguran puestos de trabajo correpondientes a la producción de otros bienes, a la producción del mismo producto en su última etapa y a la comercialización del producto final. Puestos de trabajo que dejarían de existir si no se contara con la alternativa de trasladar una parte de la producción al extranjero.
Precisamente la industria automotriz, el rubro en que el offshoring ha sido más audaz, acaba de anotar un record de exportaciones. Según cifras de la Univ. de Kiel, el número de los trabajadores automotrices dentro de Alemania ha aumentado en un 20% desde 1995; en igual periodo de tiempo, el resto de la industria alemana ha perdido un 10% de puestos de trabajo.
1 comentario:
Lamentablemente aunque quier acomprar cosas hechas en otro lado no las encuentro.. Por ejemlo hay n cosas que yo uso que son hechas de cobre y las debo comprar en China, POr que en Chile NO las encuentro..y eso que el cobre sale de ahi..
Nos es quen os olvidemos que existen estos casos http://www.emol.com/noticias/internacional/2011/09/08/502158/china-liberan-29-enfermos-mentales-que-eran-esclavizados-en-fabricas-de-ladrillo.html es simplemente que al final se genera un monopolio que se apoya con nuestros sueldos... ya que obviamente queremos que rinda para poder mantener nuestro "NECESARIO" ritmo consumista..
Lo m ismo me ha pasado con los cristales Checos, he mandado maila para comprar y al final no obtengo respuesta alguna por lo que los he comprado en China pero al menos vienen con etiqueta de Checos..
Igual al comprar un producto de USA.. Si hubiese sabido lo busco en china saltandome la ganancia del intermediario
Asesinamos a los mercados locales y caemos en una dependencia casi imposible de cortar, al mismo tiempo seguimos ganando lo mismo y queremos mas.. Como?
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