miércoles, 15 de agosto de 2007

Sal. Oppenheim se va a Luxemburgo


Y, como señala Michael Stürmer (Der Lockruf des Standortes), los banqueros dicen ¡good bye y saludos a Berlín!

Porque, continúa Stürmer, Berlín no escucha, no sabe escuchar... Tiene bastante razón. El alemán común (sobre todo si es varón) sufre del mal de no saber escuchar, tantas veces caricaturizado en sátiras, cabaret, caricaturas, películas, etc. Y los gobiernos, tampoco...

Lo que a mí me llama poderosamente la atención es que la mudanza de la Central del banco privado apenas haya tenido repercusión en la prensa alemana.

Aparte del largo y excelente artículo del historiador mencionado (prof. de historia en Erlangen-Nürnberg), aparece una buena -pero corta- entrevista con dos de los socios en el Handelsblatt („Wir spielen in der Spitzenliga“), Matthias von Krockow und Friedrich Carl Janssen.

Krockow asegura que, pese a la mudanza, Alemania continúa siendo el mercado núcleo del banco.

Sí, parece que, al menos en un comienzo, los colaboradores del banco, al menos la mayoría de ellos, permanecerá en Colonia.

Janssen, sin embargo, en la entrevista con el diario económico asegura que en Luxemburgo existe la discresión acerca de la información entregada por los clientes.


Esta confianza y discresión no está garantizada "si (por parte de las autoridades, nota explicativa del blog) recibimos a dirio, miles de consultas acerca de las cuentas de nuestros clientes" = "die Vertraulichkeit von Kundeninformationen. Und die ist bei mehreren tausend möglichen Kontoabfragen pro Tag nicht gewährleistet".

Claro, porque desde hace unos años (gracias Schröder) y con distintas excusas (terrorismo, mafia, evasión tributaria, etc.), el estado tiene derecho a preguntar qué cuentas y cuántas cuentas bancarias tenemos... Y el banco está obligado a entregar la información.

Por eso, se habla de una corrosión progresiva del secreto bancario. Por eso es que tanta gente decide abrir cuentas en extranjero.

Sal. Oppenheim se está expandiendo en el exterior y planea ganar, dentro de poco -anuncia Krockow en la entrevista, la "mitad de sus ganancias en el extranjero". Dentro de poco abrirá bancos en Varsovia, Budapest y en Milán. En Polonia, han tenido problemas, confiesa. (Se sabe que el gobierno nacionalista pone obstáculos a la banca internacional, nota del blog).

Estamos hablando del banco privado más grande en Europa, con central en Colonia y sucursales en München, Frankfurt y Zürich, no del kiosko de la esquina (con todo el respeto que nos merece el kiosko y quien trabaja en él).

Pero, parece que en Berlín a nadie le importa que los capitales se vayan de Alemania, por el contrario, la política económica y financiera parece estar dirigida a que los grandes inversionistas huyan del país.

Mucho se habla de los subsidios, hoy, sin ir más lejos, hay una reunión del gabinete al respecto y... ¿qué es mejor?

¿Gastar nuestro dinero en subisidios que financian algunos empleos durante alguos años? ¿O bajar los impuestos y simplificar el derecho laboral para así atraer a las inversiones y crear nuevos puestos de trabajo... y permitir crear nuevos puestos de trabajo? Y no impedirlo. Para qué hablar de la corrosión del secreto bancario, gracias a Schröder.

Sal. Oppenheim no es un banco cualquiera... es uno de los bancos alemanes más ligado a la historia de este país, de partida, los Oppenheimer se cuentan entre los grandes mecenas que más contribuyeron a la construcción de la Catedral de Colonia, sólo como ejemplo.

Ver su historia

No olvidemos que el último de los grandes, Friedrich Carl von Oppenheim, es uno de los justos entre los pueblos en Yad Vashem, lo que no lograron los nazis... ni la hiperinflación, ni la depresión... lo logra el gobierno alemán actual y el anterior: que se vaya del país.


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