Alemania contra Turquía

Hasta Hurriyet ha aclarado que es un juego amistoso, no en sentido técnico-futbolístico, sino en el sentido literal de juego entre amigos.

En Alemania, no se teme desórdenes, ni nada por el estilo, muy por el contrario. Evidentemente que la policía estará presenta en las fanmailen de Berlín, Colonia y las grandes ciudadades... sabemos que la mezcla entre alcohol y multitudes puede ser peligrosa...

Entre paréntesis, quienes peor se han comportado (lanzado botellas de vidrio e incendiado autos) en Austria, han sido los hinchas croatas, esto al menos en las estadísticas policiales; pero en Alemania, no ocurrió nada cuando jugó Croacia vs. Alemania.

Casi todos los autos pro-Turquía llevan dos banderas, como en la foto (de los únicos vecinos turcos que tengo).

Los "turcos en Alemania" dicen que ellos celebrarán tanto Turquía como Alemania, de manera que, sí o sí, ganarán hoy en la noche. Por su parte, muchos alemanes dicen que su equipo preferido será Turquía, si llega a la final.

Entre paréntesis, el ministro de integración (demócrata cristiano) de Nordrhein-Westfalen, Armin Laschet, cuenta que ayer estuvo con un amigo turco que le decía: cuando ves alejarse el bus con los jugadores turcos, recién entonces se sabe que ha terminado el partido.

La verdad es que, en estos juegos nacionales, hay menos violencia que en los partidos entre los clubes, ya que falta el elemento de fanatismo que existe en el fútbol profesional asociado europeo. En los juegos entre los países, no hay ultras, y hooligans hay menos; no se han dejado ver en Austria y Suiza. Los partidos de la Copa de Europa, han sido por estos pagos, más bien fiestas familiares.

De manera que un test de cricket, de que se hablaba en Inglaterra el 2005, aquí, no tiene cabida. Europa central -con su larga historia de multiculturalidad- ofrece otras alternativas.

Por último, se hace ver que, en el equipo croata -a modo de ejemplo- jugaban tres berlineses, en tanto que en el turco, hay sólo un futbolista turco-alemán... Afortunadamente las fronteras nacionales son hoy, en el centro de Europa, mucho más fluidas de lo que han sido durante el siglo 20.