martes, 25 de abril de 2017

Los opositores no son enemigos... Viaje de Gabriel a Israel


Resulta que el actual ministro de RREE, Sigmar Gabriel, está en Israel. En su viaje, se entrevistaría con miembros de organizaciones israelíes de oposición, que se oponen al gobierno de Netanjahu y su coalición. Entre otras, Breaking the Silence.

Por esta razón, el gobierno anunció que Netanjahu no se reuniría con Grabriel, ya que -aclaró el mimistro de medio ambiente, Ze'ev Elkin, del Likud, ya que: "es inconcebible que se reúna durante una visita a otro estado con grupos que trabajan en contra de ese estado que él visita".

Gabriel responde que "conversaciones con representantes de la sociedad civil son normales durante visitas al extranjero. Sería impensable que se negara una entrevista con Netanjahu si él se reuniera con críticos del gobierno en una visita a Alemania".

Yo creo que el problema fundamental del gobierno de Netanjahu es que están tan convencidos de que sólo ellos pueden tener la razón que no dan cabida a la oposición. Es un viejo argumento del tipo Carl Schmitt considerar al contendor político o al opositot, como un "enemigo".

A esto me referí en mi columna La crítica y el progreso en “La sociedad abierta” de Karl Popper

Que, en una democracia, la oposición es imprescindible, es algo que igualmente se puede derivar -a contrariu sensu- de la premisa de Popper según la cual, los “demócratas que no distinguen entre una crítica amigable y una crítica enemiga de la democracia, están prisioneros del espíritu totalitario”. Yo diría que son pseudo demócratas.

Un verdadero demócrata, una verdadera demócrata, no sólo acepta la crítica y la oposición, como un mal necesario, sino que la promueve, la favorece, la defiende como una institución necesaria, buena e imprescindible. El sistema democrático de gobierno requiere una oposición que hace posible la alternancia en el poder., ya que “la alternancia en el poder es, pues, condición sine qua non de la democracia”. Como se repite tantas veces, para Popper, es la alternancia en el poder llevada a cabo en forma pacífica -o sin derramamiento de sangre- lo que distingue un sistema democrático de uno que no lo es.

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